Echemos la vista atrás por un momento. ¿Cuántas personas conoce que son grandes profesionales en sus trabajos y que de niños, en el colegio, no sacaban precisamente buenas notas? Seguramente más de uno y más de dos se le vengan a la cabeza. Son muchos los niños y adolescentes que tienen que estudiar en verano, sin embargo no por ello deben considerarse ‘casos perdidos’. Los suspensos, al igual que los errores, forman parte de la vida, no se deben demonizar sino aprender de ellos.

No cabe dudad de que los padres son la pieza más importante en la educación de los hijos, por ello es importante que mantengan una actitud adecuada ante los suspensos, y sepan ayudarlos en todo momento de la mejor forma posible. Expertos en educación y psicología ofrecen a EL MUNDO algunas claves para saber actuar de la mejor forma posible

1- Analizar los motivos del suspenso.

Lo primero que se debe hacer es analizar con los hijos los motivos del suspenso. Según explica la psicóloga Teresa Rosillo Aramburu, autora del libro ‘Padres saludables’ (editorial Pirámide), es importante conocer si ha sido por falta de estudio o de un método de estudio. Si la razón ha sido por falta de hábito de estudio, falta de motivación, de responsabilidad, de capacidad o porque la asignatura para él es difícil, etc. Cada una de estas respuestas llevará consigo un afrontamiento diferente de la situación. Como padres, asegura Rosillo, hay que motivar a los hijos para que entiendan porqué es tan importante que aprueben y mostrarles su confianza en que aprobarán si se lo proponen.

“Son muchos los factores que influyen en los resultados académicos y no se debe responsabilizar sólo al alumnado, pues es sólo una parte del sistema”, afirma Jesús Salido, presidente de la Confederación Española de Asociaciones de Padres y Madres del Alumnado (CEAPA). Por tanto, y según señala este profesional, se deben analizar todas las cuestiones que han llevado al alumno a suspender, pues se da por hecho que la responsabilidad es sólo suya y no siempre es así. En las calificaciones tiene mucho que ver la motivación, los recursos del centro, cuántos deberes le mandan, etc.

Por ello, es de gran ayuda que después de recibir las notas, los padres soliciten una tutoría conjunta con el alumno y el maestro, para ver entre todos en qué se ha fallado y cómo se le puede ayudar. Hay que tener en cuenta que cada alumno es diferente y no se pueden dar las mimas directrices siempre.

2- No sacrificar su verano.

Los niños y adolescentes, como chicos que son, deben tener su verano y disfrutarlo, no por suspender deben sacrificarlo. “Tiene que haber un periodo de ocio y también de trabajo”, asegura Juan Antonio Planas, presidente de la Asociación Aragonesa de Psicopedagogía (AAPS) y miembro de la junta directiva de la Confederación de Organizaciones de Psicopedagogía y Orientación de España.

Según recomienda este profesional, no es aconsejable que los niños empiecen a estudiar nada más terminar el curso, debe haber unos días de desconexión y de descanso y, después de esos días, también tiene que haber un tiempo de estudio diario, en función siempre de la edad y los suspensos. Por ejemplo, estudiar dos horas por la mañana y después, el resto del día libre. De la misma manera, si se va de vacaciones unos días a la playa con sus padres. Pero los chicos deben tener siempre, su tiempo de jugar y/o estar con sus amigos.

De todas formas, “aunque se esté de vacaciones, soy partidario de que todos los alumnos tanto si aprueban como si no, hagan también tareas educativas de forma lúdica durante el verano”, opina el presidente de la AAPS. Tareas que no sean informáticas sino actividades que desde un abordaje lúdico desarrollen su capacidad neurológica como leer y sobre todo, escribir a mano.

3- El castigo no vale para nada.

Todos los especialistas consultados están de acuerdo: el castigo no trae consigo nada bueno. “El castigo no sirve para nada porque el niño no puede estudiar o dejar de hacerlo por evitar un castigo”, afirma Rosillo. Por tanto, “si premiamos o castigamos a los niños por las notas les estamos alentando para que estudien o dejen de estudiar no por ellos mismos sino para conseguir un premio o evitar un castigo”.

4- Enseñar a los niños a estudiar.

No sólo durante el verano, sino sobre todo durante el curso, es fundamental “enseñar a los niños a estudiar de un modo más lúdico y práctico y no memorizando como papagayos”, sostiene Rosillo. Del mismo modo que en verano los niños deben tener su tiempo de ocio, durante el curso escolar también. Debemos recordar que según datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), España es el quinto país que más deberes pone a sus alumnos. ”Hoy en día, el tiempo de deberes de los niños es excesivo. Los niños no juegan y acaban desmotivándose por la falta de tiempo de ocio”, expone la psicóloga.

Para el estudio, es imprescindible una actitud positiva, motivación, capacidad de concentración y unos hábitos de estudio adecuados. Es importante enseñarles distintas técnicas de estudio y averiguar cuál de ellas les resulta más útil, y como padres, ayudarles a crear un buen hábito de estudio.

Si los padres consideran que su hijo necesita una ayuda extra, o si el niño lo demanda, es recomendable buscar un profesor particular o una academia. Pero es importante que todos los alumnos tengan acceso a estos recursos: “Las entidades sociales de administración educativa deberían garantizar que todo alumnado pueda tener la posibilidad de tener a alguien que los ayude”, afirma Planas.

5- Ayudarlos a sacar lo mejor de ellos.

La actitud de los padres es crucial para que los hijos tengan una autoestima adecuada en todas las facetas de su vida, incluida el estudio. Por ello, es fundamental darle mensajes positivos y que sepan como hijos que sus padres confían en ellos. “Cuando la familia empieza a decir mensajes negativos como ‘Da igual, vas a suspender de todos modos’, ‘Eres un inútil’…, eso cala en los chicos, y se produce lo que en psicología se llama ‘profecía autocumplida’. Es decir, la persona cree que haga lo que haga va suspender y al final se cumple”, explica Planas.

Es importante además, que la implicación como padres sea durante todo el año, no sólo al final del curso. De modo que es necesario que exista durante todo el curso escolar una coordinación muy estrecha con el centro educativo, los profesores y/o los tutores.

Los padres deben sacar lo mejor de sus hijos, y hacerles ver que estarán ahí para ayudarlos cuando tengan problemas, para resolverlos y no a castigarlos siempre por ello. “Hay que apoyarlos, reforzarlos, escucharlos, dejar que se expresen, darles seguridad, guiarlos, estimularlos y reforzar la idea de que lograrán, con esfuerzo, todo lo que se propongan”, concluye Rosillo.

Desde Educaljarafe trabajamos siempre en positivo intentando en cada momento inculcar a los alumnos el valor del esfuerzo y que con estudio y trabajo diario se pueden conseguir los objetivos.

Fuente: Periódico El Mundo

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